Viajar con Brus por Francia se ha vuelto una de nuestras escapadas preferidas. Después de nuestro paso por Midi-Pyrénées, ahora tocaba descubrir una nueva zona francesa. La ruta que hicimos abarca la zona del Luberon, Provenza y Costa Azul. Recorrimos diferentes pueblecitos de montaña y de la costa francesa que hacen de ella una combinación perfecta 🙂 .

Los pueblecitos de interior son de pasada. Llegas, das un paseo por el pueblo y de vuelta al coche. Por eso hay algunos días que visitamos muchos. Son pequeños y están cerca los unos de los otros.

Sabíamos de antemano que nos íbamos a encontrar mal tiempo durante toda la escapada, así que no teníamos una ruta 100% definida. El día anterior mirábamos el tiempo y decidíamos. No sabíamos cuando íbamos a enganchar las lluvias.

Mini ruta por Luberon, Provenza y Costa Azul

Día 1: Barcelona / Béziers

Salimos para Francia después de trabajar, por lo que no pudimos hacer mucha cosa al llegar a Béziers. Dejarmos las cosas y nos fuimos a dar una vuelta de noche por la ciudad, en busca de algo para cenar.

Como siempre cuando vamos con poco tiempo o estamos muy cansados, apostamos a caballo ganador y miramos Tripadvisor para no estar dando vueltas sin sentido. Fuimos a cenar a un sitio genial llamado Burguer Bianca. Es un local pequeñito con una pequeña carta de hamburguesas, tacos y patatas.

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Como siempre que vamos a Francia, nos sigue sorprendiendo lo dogfriendly que son. La idea era coger la cena e irnos a comer al hotel. Marc entró a pedir la cena y uno de los camareros me vio fuera con Brus. Fue hablar con Marc y le insistió en que entrara con Brus. Acabamos cenando super bien y le pusieron hasta un bol con agua.

Día 2: Béziers / Roussillon / Gordes / Molino de Apt

Béziers

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Para nosotros Béziers era una ciudad de paso. La idea era solo dar una pequeña vuelta por el centro y poca cosa más. La verdad es que nos sorprendió muchísimo ya que no esperábamos gran cosa de ella. La encontramos llena de encanto, con pequeñas callejuelas preciosas y grandes plazas con bonitos edificios.

Son de esas ciudades que me gustan a mi: bonitas, para pasear sin rumbo admirando lo cotidiano y no en busca de grandes monumentos.

La principal parada es su Catedral. Como madrugamos tanto no la pudimos ver abierta, pero por fuera es espectacular. Además, se encuentra en el punto más alto de la ciudad y desde allí las vistas son espectaculares.

Antes de irnos de Bézier fuimos al punto más fotografiado de la ciudad. Nos referimos a las vistas desde el Pont Vieux (puente viejo). Cuando buscábamos el punto desde donde se hacían las fotos, no supimos encontrarlo en Google Maps. Una vez allí nos dimos cuenta que las fotos se hacían desde un jardín. Os lo dejamos apuntado en el mapa para que os sea fácil de encontrar.

Roussillon y Sentier des Ocres

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El principal motivo para ir al pueblo de Rousillon era visitar el Sentier des Ocres. Es una antigua cantera que ahora se puede visitar. Se le considera un pequeño (podríamos decir minúsculo) Cañón del Colorado pero en Francia.

Para hacer el recorrido se debe pagar una entrada de 2,50€ adultos o 1,50€ para niños mayores de 10 años. Hay dos recorridos: el largo y el corto. Nosotros realizamos el largo en una hora y eso que nos paramos hacer fotos. Nos gustó mucho pero nos supo a poco.

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Después de visitar el Sentier des Ocres visitamos el pueblo de Rousillon. Nosotros dejamos aparcado el coche en el parking del Sentier des Ocres y fuimos caminando. El parking que hay a la entrada del pueblo es más caro que el Sentier des Ocres y así ahorramos unos eurillos por caminar 5 minutos más.

El pueblo es muy bonito. Todas las casas tienen las fachadas de colores rojizos o ocres y se debe a su antigua cantera. De ahí es donde cogían los materiales para construir las casas. Es un pueblo muy pequeño y en 30 minutitos lo puedes ver. Nosotros recomendamos mucho ir tanto al Sentier des Ocres como a Rousillon, son dos lugares completamente diferente al resto de los que vimos.

Gordes

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Gordes fue la gran decepción del viaje. Leímos era un pueblo muy bonito, incluso el más bonito de la zona, pero para nosotros no fue así ni de cerca.

Antes de entrar en el pueblo llegas a su mirador y desde ese punto de vista promete muchísimo. No os imagináis las ganas que teníamos de estar allí. Es el típico pueblecito a lo alto de una montaña (luego nos dimos cuenta que casi todos los pueblos de la zona eran así).

Encontramos todo el pueblo lleno de obras, andamios y calles levantadas. Es un pueblo todo de casitas de piedra pero no nos consiguió conquistar. A lo mejor esperábamos mucho más.

Como en casi todos los pueblos que visitamos, se aparca a las afueras (parking de pago) y luego se va caminado hasta el centro. La razón de esos parkings es intentar que no haya mucho tráfico y que el pueblo luzca más. Pero incluso con estas medidas, el pueblo estaba lleno de coches.

Déjanos en comentarios si a ti tampoco te gustó o por el contrario te encantó 🙂 .

Molino de Apt

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En la zona quedan muy pocos molinos y uno de los más bonitos es el de Apt. Está bien conservado y desde allí hay unas vistas increíbles de la Provenza. La verdad es que fuimos porque lo vi por Instagram y me pareció super bonito.

Para acabar el día fuimos a cenar a Salon-de-Provence. Acabamos en un restaurante llamado Broceliande. Fue la mejor cena del todo el viaje. Comimos sus famosas Galettes. Son una especie de creps saladas riquísimas. No hace falta decir que en este restaurante también admiten perros. Aunque siempre nos dejen entrar, siempre entramos nerviosos con Brus 🙂 .

Día 3: Marsella / Martigues

Marsella

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A parte de visitar pueblecitos también queríamos visitar alguna ciudad grande y elegimos Marsella. Sinceramente, fuimos por cabezonería porque siempre nos habían dicho que no valía nada. Fue una gran sorpresa. Si, vamos al revés del mundo: a todo el mundo le gusta Gordes y a nosotros no y en cambio nos gustó Marsella y a mucha gente no tanto.

Al igual que el resto de ciudades o pueblos, el tema aparcamiento es bastante complicado. Toda la ciudad esta rodeada por zona azul. Tuvimos la suerte de encontrar aparcamiento sin pagar por pura chiripa y después de dar muchas vueltas. Aparcamos cerca de la Nueva Catedral de la Mayor. Nunca habíamos visto una catedral de este estilo en blanco y negro y nos encantó. La entrada es gratuita pero no pueden entrar perros.

Después paseamos por el barrio de Le Panier. Es el barrio alternativo de Marsella. Este tipo de barrios te pueden gustar o no: lleno de graffitis, ambiente, con plantas de los vecinos en medio de la acera… Es el típico barrio que de noche no visitarías porque te daría miedo, pero de buena mañana tiene su encanto. Además, todas las grandes ciudades tienen barrios así.

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Acabamos llegando a la zona del puerto más conocida de Marsella. La verdad es que es la zona donde vimos más turistas y restaurantes. Desde allí se puede ver a lo alto la preciosa Basílica de Notre Dame le Garde.

Como era la hora de comer y queríamos probar una auténtica Bullabesa de Marsella, acabamos en un restaurante llamado L’Esquinade. Todos los restaurantes de la zona tenían menú (muy turísticos) y más o menos todos del mismo precio. Escogimos ese porque no tenia malas criticas en TripAdvisor y el menú costaba 17€ (primero + principal + postre, bebida a parte). El restaurante es super elegante y tenia muy buena pinta. A parte de la Bullabesa comimos Alioli provenzal (otro plato típico, pescado al vapor con verduritas y alioli). No sabemos si fue porque no acertamos con el lugar pero no salimos demasiado emocionados con estos dos platos.

Por Instagram descubrimos el precioso Palacio Longchamp. Es un monumento inaugurado en 1869 para conmemorar la llegada del agua del canal de Durance a Marsella. En el palacio también se encuentra el museo de Bellas Artes, el museo de Historia natural y incluso tiene un parque botánico que antiguamente fue un zoológico. Para ir allí fuimos en coche porque está muy alejado.

La entrada al parque/monumento es gratuita aunque el recinto esté vallado (no hay que saltar la valla, hay puertas). Se permite la entrada con perro siempre que vaya atado aunque nosotros en esta ocasión no entramos a los museos y no sabemos si aceptan perros. ¡Si vais a Marsella no os lo podéis perder, las fotos hablan por si solas!

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Para acabar nuestra visita en Marsella fuimos a ver su increíble Basílica de Notre-Dame de la Garde. Llevábamos todo el día viéndola en lo alto de la colina. Es uno de los símbolos más conocidos de la ciudad y el más visitado. Para llegar a ella lo hicimos en coche a través de pequeñísimas calles serpeteantes. En la falda de la Basílica encontramos el parking gratuito. Al ser el punto más alto de la ciudad las vistas son de 360º, mejor imposible. Además de disfrutar de las vistas, la basílica en si misma es muy bonita y original. Como curiosidad, en algunas de sus fachadas blancas y grises se observan huellas de la Segunda Guerra Mundial en forma de disparos. Como única cosa negativa, es que los perros no pueden acceder al recinto. Marc se quedo con Brus en el parking  desde donde también hay unas vistas preciosas de la ciudad aunque no de 360º.

Os dejamos la web de Turismo de Marsella por si queréis hacer una visita más intensa de la ciudad.

Martigues

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A tan solo 40 minutos de la ciudad de Marsella se encuentra el precioso pueblo pesquero de Martigues. Es un pequeño pueblo de casitas de colores y pequeños canales . El encanto de Martigues es pasear sin rumbo deleitándose con sus bonitos rincones.

Llegamos por la tarde y sin mucho plan más que pasear, así que nos dedicamos exclusivamente a eso 🙂 .

Día 4:  Ménerbes / Lacoste / Bonnieux / Lourmarin / Aix-en-Provence

El cuarto día lo dedicamos a ver mini-pueblecitos de la zona. Todos los pueblos que visitamos se aparca a la entrada y se recorren a pie. Como son muy pequeños, es fácil recorrer varios en un solo día.

Ménerbes

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Al igual que casi todos los pueblos de la zona se encuentra en una pequeña montaña. Todas las casas son de piedra y tienen preciosas puertas de colores. En lo alto del pueblo se encuentra una preciosa casa señorial que no se puede visitar ya que es propiedad privada. Cuando vemos este tipo de edificios siempre pensamos como debe molar vivir en un lugar así (luego pensamos en el coste del mantenimiento y se nos quita la tontería de la cabeza).

El recorrido fue súper tranquilo y nos dimos cuenta que aunque es una zona muy famosa no encontraríamos a mucha gente. Suponemos que durante la floración de la lavanda o el verano debe estar muy lleno de turistas. Como curiosidad: en diferentes lugares encontramos dispensador de bolsas para las deposiciones de perros (y la verdad es que eso nos salvó).

Lacoste

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El pueblo de Lacoste fue construido a los pies de una cresta de piedra caliza pero no es famoso por esto. Es conocido por 3 motivos:

  • Todo el pueblo está construido en piedra caliza y a lo alto se encuentra un castillo con increíbles vistas de la Provenza.
  • Fue residencia del Marques de Sade después de huir de Francia por su novela erótica y su comportamiento demasiado “liberal” para el París de la época. El castillo que se encuentra en la cima del pueblo fue su residencia.
  • El castillo llegó a encontrarse casi en ruinas hasta que el famoso diseñador de moda Pierre Cardin lo compró y restauró. Esto no tiene nada de malo sino fuera porque el diseñador compró 22 casas más del pueblo para construir hoteles de lujo. Los habitantes del pueblo acusan a Pierre Cardin de querer “matar” la villa y querer transformarla “en un pueblo solo para ricos”.

Vosotros que preferís: ¿que el pueblo se quede en ruinas o que venga un ricachón y lo restaure aunque haga hoteles de lujo?

Bonnieux

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Al igual que Lacoste y Ménerbe, Bonnieux se encuentra en una pequeña montaña y su arquitectura te transporta a tiempos pasados. Se empieza por la parte más baja del pueblo y vas subiendo hasta llegar al castillo. Allí aprovechamos para comer en el restaurante Un p’tit Coin de Cuisine. Nos costó un pelín caro (15-18€ el plato) y aunque comimos bien, fue un poco escaso. Como siempre en Francia, le pusieron un cuenco con agua a Brus.

Lourmarin

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¡Por fin llegamos a Loumarin! Es el único pueblo que no está en una montaña y no tienes que subir y subir para visitarlo. Puede ser que sea el pueblo más turístico y el más diferente del día 4 de la ruta. Es considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia (des plus beaux villages) y como no podía ser de otra manera, nos gustó mucho.

Allí puedes ver la majestuosa torre “caja de sal”, fuentes de estilos y épocas pasadas, su iglesia románica, el castillo renacentista Medici villa en Provenza y casas con fachadas renacentistas. El castillo fue toda una sorpresa y nos hubiera encanto entrar, pero con Brus no fue posible 🙁 .

Aix-en-Provence

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Al igual que Marsella, Aix-en-Provence es una ciudad enorme. La mala suerte que tuvimos fue que cuando llegamos estaba llena de gente y coches (claro… normalmente la gente llega en coche). Estuvimos más de 40 minutos intentado buscar aparcamiento o parados por el trafico. Al final acabamos en un parking ya desesperados de dar vueltas.

Caminar por el centro fue un poco complicado de la gente que había, pero paseando por la calle principal nos llegó una olor riquísima. Era un pequeño puesto de magdalenas con una larga cola de gente. La pastelería se llama Cristophe Madeleines y en ese momento solo vendían magdalenas de limón (6 unidades por 3€). No nos pudimos resistir y las compramos y sin duda fue la mejor compra de todo el viaje. No hemos comido magdalenas más ricas que esas. Buscando por internet hemos descubierto que las hacen de muchos sabores pero al ir por la tarde ya no les quedaba gran cosa y no daban a basto a hornearlas. Las dos dependientas iban abanicando las magdalenas para no dártelas ardiendo recién salidas del horno.

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Después de degustar estas increíbles delicatessen seguimos con nuestra ruta. Cuando llevábamos caminando unos 10 minutitos empezó a chispear y fuimos tan listos de dejarnos los paraguas y el chubasquero de Brus en el coche. Decidimos irnos y empezó el gran diluvio. Acabamos realmente empapados pero antes de irnos compramos más magdalenas. Tenemos nuestras prioridades muy claras 🙂 .

Lo poco que pudimos ver de Aix-en-Provence nos gustó muchísimo. Aunque es una gran ciudad, tiene ese encanto que tanto nos gusta de los pueblos franceses. Casas de colores, plazas preciosas, fuentes… Sabemos que un otra ocasión volveremos en coche o con Renfe SNCF.

Día 5: Aigues-Mortes / Barcelona

El quinto día fue de vuelta a Barcelona. En vez de volver directos, decidimos parar en la preciosa ciudad de Aigues-Mortes:

Aigues-Mortes

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La ciudad se encuentra totalmente amurallada y fue levantada en una zona pantanosa. Su muralla y sus torres son de estilo gótico del siglo XIII. El centro se caracteriza por pequeñas construcciones de estilo francés y con aire marinero. Para hacer una pequeña parada en el camino fue ideal.

Para aparcar en Aigues-Mortes aconsejamos cruzar todo el pueblo en dirección a las salinas. Allí hay un parking de pago (pero económico) y está muy cerquita de la puerta trasera de la muralla. No hace falta obcecarse con aparcar justo enfrente o en el parking subterráneo.

Una de las razones de ir allí era visitar sus famosas salinas de color rosa pero al ir con Brus fue imposible. Si estás por la zona y no vas con perro, ves a visitarlas porque son impresionantes. El precio de la entrada es de 10,20€ adulto y niños (5-13 años) por 8,20€.

Dónde dormir

monstravel descuento booking

Durante nuestra ruta por Midi-Pyrénées fuimos cogiendo varios hoteles. Esta vez solo cogimos dos: para pasar la primera noche en Béziers (para reducir las horas seguidas de conducción) y en Salon-en-Provence. Lo bueno de este pueblo es que está situado en una zona estratégica para movernos por todos los alrededores. Todo estaba a “1h y pico”.

Los dos hoteles nos cobraron unos 5€ extra de limpieza por el hecho de ir con perro. Es habitual que cobren un pequeño extra por ese motivo y ya lo sabíamos de antemano. Reservamos en Booking y nos contactaron por email.

Béziers

Nos alojamos en el ibis budget Béziers Centre Palais Congres. Buscábamos un hotel barato, céntrico y que aceptaran perro y este hotel cumplía los 3 requisitos. Es un hotel sencillo, para pasar una noche está bien, típico hotel de paso para una noche. El wifi funcionaba muy bien aunque ahora con el roaming tampoco es tan importante. La noche en este hotel nos costo 39€ + 5€ por Brus.

Un punto en su contra es el tema del aparcamiento. No dispone de parking y tienes que aparcar en las inmediaciones. Todas las calles colindantes son zona azul, os tocará pagar si o si. Los primeros 30min son gratis, luego la primera hora cuesta 1€, 2h =2€, 3h=3€. Solo se paga de 9 a 12:30 y de 14 a 19h. Los domingos y festivos son GRATIS. Como nosotros llegamos de noche y nos íbamos de mañana, solo pusimos unas monedas para visitar la ciudad de día.

Salon-en-Provence

Nos alojamos en Logis Domaine de Roquerousse. Este hotel lo elegimos como hemos dicho antes, por estar en una zona estratégica. Era la primera vez que hacíamos algo así. Normalmente organizamos la ruta y nos vamos moviendo de hotel. Con el tiempo de lluvias que nos esperaba, no podíamos estar seguros de seguir la ruta que nosotros queríamos y por eso elegimos este hotel. El hotel estaba a 1h o 1h y poco de todo lo que queríamos visitar. La verdad es que no tener que mover maletas ni tener que hacer check-in/check-out a diario se agradece.

El hotel en si fue todo un fiasco. La habitación era muy grande pero también vieja, y en las fotos de booking tenia algo más de “encanto”. Además, aunque ya lo sabíamos, el hotel se encuentra a las afueras de Salon-en-Provence. La zona es bonita ya que está en medio de un bosque y cerca de montañas. Como cosa buena es que si vas en verano tiene hasta piscina.

Lo malo de estar a las afueras es que no tienes nada alrededor. Cuando decimos nada es nada. Este hotel lo elegimos por su precio: 165€ las 4 noches. Sinceramente, no lo recomendaríamos si no fuera por el precio y la tranquilidad. Aunque lo dicho, ya sabíamos de antemano su situación. No teníamos muchas otras opciones al ir con Brus.

Nada más por el momento así que… Nos vemos!

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