El Palacio Rundale es un palacio del s.XVI que perteneció a varias familias, entre ellas la família Grotthus, al Duque de Curlandia y también paso a formar parte del imperio ruso. Ha sufrido (como tantos otros palacios) la brutalidad de la guerra, acabando destruido por completo. Después de la reconstrucción y posteriores remodelaciones, en 1981 se empezó a abrir al público.

El trayecto
Salimos de Klaipeda, pasamos por la colina de las cruces y la siguiente parada era el Palacio Rundale. De Klaipeda a Riga tardamos unas 4 h y 30 minutos, más lo que tardamos en cada visita.
En el Palacio Rundale se pueden ver mobiliario, decoración, cuadros y esculturas, recuerdos de una época pasada, modificados por el paso del tiempo y cambios culturales.
El sitio es espectacular si te gustan los palacios de época. A nosotros nos gusta imaginar la vida de la gente que ha vivido allí y sus magníficas fiestas en esos increíbles salones y jardines.

Es una visita muy recomendada porque no hay nada igual durante todo el viaje y es un paseo muy agradable.
Horarios

Los horarios son variables tanto por la época del año como por la zona de visita: venta de entradas, museo o jardines, así que lo mejor será que lo veáis directamente en su página web. Abren a las 10h y cierran entre 16.30h y 19h.
Precios
Hay varias modalidades de entrada según lo que quieras ver y la época de año, aquí tenéis la lista completa de precios. Como podréis observar la lista de precios es bastante extensa, así que haciendo un resumen y poniéndonos a nosotros como ejemplo, el precio es:
2 adultos en agosto: ruta corta + jardines + derecho a fotografías: 17 € (7,5 € cada uno + 2 € para fotografiar).

La visita a los jardines es obligada. Son unos jardines extensos, con sus flores, fuentes, anfiteatro, wc, … Muy bonito la verdad.
¿Por qué decimos la ruta corta? Por qué nosotros hicimos la ruta larga y la diferencia no vale la pena. Solo ves el apartamento de los duques y eso quiere decir 1 pasillo y dos habitaciones extras. No tenía nada especial comparado con el resto del palacio.

Si hacéis la misma ruta que nosotros, acabaréis la visita sobre la hora de comer y si, el sitio está preparado para ello. No comimos algo típico de la zona, pero si nos comimos un kebab más grande que mi mano (la de Marc) y eso ya es decir.
Nada más por el momento, así que… ¡Nos vemos!







